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Sobre Better Call Saul y las telenovelas de abogados en México

Hace rato Miguel Carbonell preguntó en TW lo siguiente…

De primera impresión le contesté que cualquiera de ciencia ficción, porque me parece fantástico que se realicen megaproducciones que enaltezcan cualquier tipo de irrealidad jurídicas en foro hollywodense, pero luego me quedé pensando, y después de ver que en la encuesta tuitera de Miguel ganó “Suits” y “How to get away with murder”, decidí recuperar estas líneas sobre Better Call Saul…

La serie de televisión Better Call Saul me parece bastante, pero bastante amena. Tal vez debido a que estudié derecho, y por tanto me gustan las series de abogados, y al final de cuentas esta trata preponderantemente sobre abogados y cuestiones judiciales. Pero quizá también me gustó mucho porque para aquellos que quedamos huérfanos después de que terminó Breaking Bad, pues esta serie vendría a significar una complemento a dicha obra, una explicación a una de las múltiples historias que conformaron el núcleo de la primer trama.

Siguiendo el patrón de Breaking Bad (que despliega un buen soundtrack, planos y tomas estéticamente precisas y el uso reiterado de flashforwards y flashbacks), esta nueva producción sobre el abogado Saul Goodman combina complejas cuestiones morales con la crudeza de un realismo que raya en el sinsentido.

Así como en Breaking Bad se narra el cambio radical, aunque paulatino, de Walter White (una persona cuya actitud ante la vida no ha sido otra que la de soportar cualquier cantidad de infortunios, no por algún tipo de estoicismo, sino más bien por miedo a propiamente al hecho de vivir), sospecho que, al final de cuentas, esta nueva serie también desarrollará la historia sobre la transformación de su protagonista.

Pues desde el primer momento de Better call Saul podemos ver que Saul Goodman no se llama así, sino Jimmy McGill. Ni tampoco que este personaje es el extravagante abogado que en Breaking Bad puede resolver cualquier asunto de manera legal, ilegal o alegal, que entiende su profesión como una profesión de relaciones, y al que no le hacen falta clientes, sino un humilde abogado de oficio, más bien solitario, y que se encuentra frustrado por no poder conseguir clientes. Y que Saul todavía no se promociona de forma estrafalaria en panorámicos y anuncios sensacionalistas de televisión, sino que tiene arduas dificultades económicas y que sus tarjetas de presentación son unas carteritas de cerillos con sus datos.

Las series sobre abogados son todo un género (desde la clásica “Perry Mason”, “Boston Legal”, o “Ally McBeal”, pasando, más recientemente, por “The Practice”, “Shark”, “Suits”, “The Good Wife”, hasta “How to get away with murder”) y estas esbozan continuamente rasgos en la profesión que son retroalimentados por los operadores jurídicos y que, con el paso del tiempo, terminan por moldear una determinada proyección social sobre la abogacía.

Bueno, sobre la abogacía en Estados Unidos, en un sistema jurídico concreto, pero al momento en que las series norteamericanas son las que cuentan con mayor preponderancia en el actual contexto de globalización, sus influjos se reflejan hacia muchos otros sistemas.

Ahora bien, que las series estadounidenses sobre de abogados sean las de mayor profusión, no significa que no existan otras de diferentes nacionalidades.

En España, por ejemplo, han sido varias las series de televisión que han encauzado su trama hacia cuestiones jurídicas. Por mencionar las más importantes: “Turno de Oficio”, “Abogados, Al Filo de la Ley”, y “Lex”. Si bien no hay una tradición tan arraigada como en Estados Unidos, es importante destacar que las producciones españolas sobre la abogacía expresan cuestiones concretas de la forma en cómo es ejercida dicha profesión en este país, sobre la idiosincrasia de los abogados y, en general, sobre la cultura jurídica del país.

¿Cuántas series sobre abogados se han producido en xico? Cero. Pero probablemente porque en México no exista una fuerte devoción hacia las series. Nosotros somos más de telenovelas.

Entonces, un silogismo básico y contundente. Uno. La telenovela en xico cuenta con rango de patrimonio nacional. Dos. La abogacía es una de las carreras más demandadas entre los jóvenes mexicanos. Tres. Una telenovela sobre abogados resultaría una idea millonaria.

¿Cuántas telenovelas sobre abogados se han producido en xico? Tengo la sospecha de que más bien pocas, poquísimas, casi ninguna.

Hace años, en 2008, TV Azteca realizó un experimento llamado Alma Legal. ¿De qué trataba? Abro cita. “Esta es la historia de Blanca, una joven exitosa egresada en Leyes que llega a un despacho de abogados a querer cambiar la forma de trabajar. El jefe es Víctor Montes de Ocaso, un hombre divertido, irónico y algo corrupto, al que la vida lo sorprenderá al conocer la personalidad mitad inocente y mitad seductora de Blanca. Ellos dos nunca lo imaginaron, pero el amor nacerá en medio de diferencias de las que se sentirán profundamente atraídos”. Cierro cita.

Abro otra cita. “Corrupción, extorsiones, arreglos bajo la mesa y complicidades son parte de la cotidianidad en los juzgados mexicanos que serán llevados a la pantalla chica de lunes a viernes”. Cierro la otra cita.

La telenovela fue un rotundo fracaso y fue confinada al olvido, duró poco más de un mes, que en tiempo telenovelero es prácticamente nada (esto considerando que RBD comenzó en 2004 y terminó en 2006).

¿Por qué en xico no hay telenovelas sobre abogados? No lo sé. Habría que darle varias vueltas al asunto. Aventuro varias hipótesis bastante vagas.

  1. Suficiente tenemos con soportar el drama que implica iniciar un procedimiento jurídico.
  2. Al abogado, como a los dentistas o funerarios, no se les ve por placer, sino más bien por necesidad. Sería difícil ver día a día a abogados en televisión.
  3. Hay abogados que superan cualquier ficción.
  4. Sería difícil entender los diálogos entre abogados, pues su lenguaje se caracteriza por estar lleno de tecnicismo.
  5. Difícilmente un proceso jurídico termina como la mayoría de las telenovelas, es decir con un final feliz.

Por eso, o porque sencillamente ha faltado un Luis de Llano, un Pedro Damián, o una Carla Estrada que produzca una buena telenovela de abogados. O una Thalía, una Lucero, o un Fernando Colunga que protagonicen la misma. Quién sabe.

Después de haber visto la mayoría de series para abogado en Netflix, la verdad es que no sé cuál sea la mejor serie sobre abogados disponible en Netflix. Lo que sí sé es que Better Call Saul me parece de las más apegadas a la realidad. Y, por ende, de las mejores, pues antes que propulsar ficciones dentro de la profesión creo que hace falta aterrizarla un poco a lo que en verdad sucede en la práctica. Creo.

Para el Día del Abogado por Miguel Carbonell

A 2 días del día del abogado en México, Miguel Carbonell, en su columna de opinión de carácter quincenal en El Universal, adelantándose a todos, escribe sobre el día del abogado y por tanto sobre los abogados mexicanos.

El articulo de opinión de Carbonell no aporta nada nuevo. Cosas que se saben y que año tras año aprovechando esta fecha se reiteran:

  • No se sabe cuántos abogados hay en el país.
  • Derecho es una de las carreras más demandadas en México.
  • Propugnar por la colegiación obligatoria como panacea.
  • Los abogados deben permanecer actualizados ante las importantes reformas que han ocurrido en los últimos años.

Pan con lo mismo. Pero al fin pan, que es mejor que no tener nada y tener hambre. Así entonces, yo lo agradezco y lo aplaudo. Es importante que quienes tienen influencia, ya sea mediática, académica, económica o de cualquier índole, vayan abordando el tema para animar un amplio debate que pueda impactar en el entorno.

Carbonell aporta un ejemplo comparativo que me gustó, cuando trata el tema de la rendición de cuentas en la profesión, al llamar la atención sobre los consejos de la judicatura y los colegios de notarios frente a la ausencia de algún órgano que vele por la calidad en la abogacía. Ojo, aquí el autor se centra solo en 2 profesionales del derecho que tienen relación directa con los abogados. Sin embargo, existen otros profesionales y también operadores jurídicos que caen en los supuestos tanto de la regulación como de la ausencia de la misma en el país. Ejemplos: los ministeriales, los actuarios, los registradores, e incluso los propios legisladores.

Me hizo gracia, la analogía con los dentistas, el gran Lawrence M. Friedman, tiene una referencia muy parecida sobre la profesión pero respecto a los sepultureros. La cita no la recuerdo de momento, pero prometo buscarla.

En ese mismo sentido, resalto la manera cómo Carbonell pone sobre la mesa el tema de la iniciativa sobre la colegiación, instando a los legisladores a ponerse las pilas. Al final, el tuitstar jurídico por excelencia recalca la naturaleza ambivalente de los abogados para concluir, a mi parecer, exaltando de más a los mismos de manera muy romántica y melosa.

A continuación, lo que escribe Miguel Carbonell sobre los abogados. El artículo aunque es de acceso libre, no es posible copipestiarlo, a menos que alguien se de a la absurda tarea de transcribirlo. Subrayo las ideas que me resultaron más interesantes.


Screen shot 2014-07-10 at 10.42.24 PMPara el Día del Abogado

El 12 de julio de cada año se celebra el Día del Abogado. Es una excelente ocasión para reflexionar sobre el significado de la profesión y para recordar lo mucho que puede aportar el gremio jurídico al desarrollo del país.

No hay datos que nos indiquen cuántos abogados hay en México, pero deben ser varios cientos de miles, tomando en consideración que la carrera de derecho es la tercera del país con mayor número de estudiantes (cerca de 300 mil en la actualidad). El impacto del trabajo de los abogados en la política, la economía y la sociedad en general es notable. Basta recordar que muchos Presidentes de la República (incluyendo al actual), secretarios de Estado, legisladores, gobernadores, presidentes municipales, empresarios, literatos, etcétera, han estudiado derecho.

Sin embargo, la profesión se encuentra en nuestros días ante una serie de desafíos que la van a cambiar de manera profunda en los siguientes años. Para poder superar esos desafíos debemos recordar la necesidad de asegurar un correcto nivel de desempeño profesional de los abogados. Infortunadamente, son recurrentes las quejas sobre la falta de ética profesional de personajes del gremio, tanto de algunos que se desempeñan como servidores públicos, como los que se dedican al litigio particular.

Los ciudadanos desconfían de sus abogados y sólamente acuden ante ellos cuando no tienen otra forma de resolver sus problemas. Nos hemos convertido, junto con los dentistas, en profesionales a los que nadie quiere ir a visitar, salvo cuando se esté en una situación desesperada.

Además de mejorar el nivel profesional que tenemos, también es indispensable que los abogados se actualicen. Con tantas y tan profundas reformas que ha sufrido recientemente el ordenamiento jurídico mexicano, el abogado que no se actualice se quedará obsoleto en muy poco tiempo. Pongo dos ejemplos que lo evidencian de manera clara: los cambios que para el litigio derivan de la Ley de Amparo expedida en el 2013 (que impactan en el conjunto del sistema jurídico nacional) y los juicios orales en materia penal que progresivamente se están implementando en todo el país.

Estos dos casos (el amparo y los juicios orales) requieren de habilidades y de capacidades para las que no todos los abogados están preparados y para las que no todas las escuelas de derecho forman a sus alumnos. Hoy como nunca se requiere un amplio dominio del tema de la argumentación jurídica, que durante mucho tiempo fue ignorado en los planes de estudio de la mayor parte de universidades del país.

Por otra parte, el mejoramiento de la profesión exige que los abogados rindan cuentas por su trabajo, lo que solamente se podrá lograr si existe una colegiación obligatoria. De otra forma, los litigantes podrán seguir prestando mal servicio sin que suceda nada (como pasa en la actualidad) y los ciudadanos no tendrán manera de saber si el abogado en el que están depositando su confianza es o no digno de ella. Los consejos de la judicatura supervisan el trabajo de los jueces, los colegios de notarios lo hacen respecto a sus propios agremiados, pero nadie revisa que los litigantes hagan bien su trabajo. Eso es lo que hay que corregir mediante la colegiación obligatoria. La iniciativa para que ello sea posible se encuentra ya en el Senado de la República, esperando que los legisladores se dignen atender este importante tema algún día.

Los abogados pueden ser una palanca de cambio para el país. O pueden ser un lastre. De su correcto desempeño dependen, en alguna medida, el crecimiento económico, el incremento de la seguridad jurídica y hasta la tranquilidad de nuestras familias. Tener mejores abogados es una buena forma de ir construyendo un mejor país para todos.