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8 preguntas sobre abogados (y algo más) a Sergio López Ayllón

El pasado martes 29 de enero de 2019, en el Centro de Investigación y Docencia Económica, CIDE, tuve la oportunidad de entrevistar a Sergio López Ayllón (Ciudad de México, México 1960).

Sergio López Ayllón es abogado y doctor en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con estudios de posgrado en la Universidad de Derecho, Economía y Ciencias Sociales de París (París II). Desde 2013 funge como Director General del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), institución en la que ha sido Secretario General, Director de la División de Estudios Jurídicos y profesor e investigador. Asimismo fue investigador y Secretario Académico del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.

En definitiva para quienes intentamos estudiar la profesión jurídica en México desde la sociología del Derecho los textos que, hace ya algunos años, Sergio López Ayllón y Héctor Fix-Fierro escribieron sobre abogados resultan una referencia obligada para poder tener una perspectiva general sobre un tema que resulta urgente pensar y repensar, un tema que, por lo general, pasa inadvertido ante la enorme cantidad de juristas que se centran exclusivamente en una óptica normativista de este fenómeno. Según recuerdo, además de esclarecedores y provocadores, el profundo influjo que tuvieron sus papers marcaron la ruta para trazar unas coordenadas mínimas sobre la abogacía en el país. Saber cuántos abogados existen, su incremento cuantitativo y su decremento cualitativo, conocer a qué se dedican, qué es lo que leen, dónde estudian, etcétera, en definitiva, nos hacen detenernos un momento ante la innumerable cantidad de leyes y de sus incesantes reformas y reflexionar en torno a sus aplicadores.

Cuando podamos estar en posibilidad de comprender que Derecho y operadores jurídicos son productos concomitantes, tal vez, dejemos de sacralizar esta idea tan idílica como falaz que se tiene respecto a nuestro ámbito de estudio y trabajo. Y es que eso es, precisamente, lo fundamental. Saber que así como el Derecho no es algo perfecto, ni sacro, ni impoluto, algo que, por el contrario, es a todas luces perfectible, razonable y que debería estar en constante comunicación con otras disciplinas, también habrá que tener en mente que quienes lo operan están sujetos a una serie de circunstancias contextuales.

Y ahí creo que se encuentra una de las principales virtudes de Sergio, no solo en su trabajo intelectual desde lo jurídico, el cual refleja una amplia conjunción de abordajes multidisciplinares y temáticas variadas, sino también en su actuar cotidiano, en el ejercicio práctico de la profesión. Al compartir diversos amigos en común, en distintas épocas e instituciones, todos coinciden en su sagacidad y su asombrosa intuición para detectar problemáticas y eventualmente encontrar soluciones prácticas. El afamado dicho que afirma que “cuando uno va, algunos ya fueron y vinieron”, no es broma que yo se lo he escuchado aplicado a Sergio aumentado y refinado en más de un par de ocasiones. De ahí que valga la pena nunca perderlo de vista, leyéndolo y escuchándolo, estando al pendiente de su trabajo como académico, como funcionario y como intelectual público. En sus facetas que, a diferencia de muchos otros que lo intentan, ejecuta con una maestría propia de alguien que sabe y disfruta lo que hace.

Agradezco a Sergio López Ayllón su tiempo para tener esta fructífera charla sobre abogacía. Por su capacidad para sintetizar y socializar un fenómeno tan complejo como el Derecho pero, sobre todo, por su disposición para construir mejores prácticas jurídicas que eleven no solo la calidad de sus operadores sino también la de toda una futura generación de profesionistas que enmarcan su trabajo dentro de una misma comunidad política.

A continuación las 8 preguntas sobre abogados, y algo más a Sergio López Ayllón.


1. ¿Qué es lo primero que tienes en mente cuando escuchas la palabra abogado?

Sergio López Ayllón (SLA): Gangster.

2. Menciona el primer abogado o abogada (no importando sean profesionales, profesores, políticos o bien personajes de literatura, series de televisión o cine) que se te venga en mente.

SLA: Mi tío.

3. Si tuvieras la oportunidad de poder volver atrás en el tiempo, ¿volverías a estudiar Derecho?

SLA: Sí porque me ofreció un enorme horizonte de posibilidades, de conocimientos a partir de la simplicidad del Derecho. El Derecho al final tiene que ver con todo y creo que pude aprovechar esa amplia variedad de espectro para introducirme en muchas cosas que, de otra manera, difícilmente hubiera podido realizar..

4. Una de las principales recomendaciones del Informe en materia de justicia cotidiana que hace tiempo realizó el CIDE, y que tú coordinaste, se enfocó en “revisar los programas de formación de abogados y regular el ejercicio de la profesión jurídica”. Me centro en esta última parte, porque parecería que el tema de la colegiación (en específico la colegiación obligatoria) se ha querido posicionar como la panacea para el gremio.

Después de varios intentos fallidos de reforma en la materia, ante una profunda desigualdad en el acceso a la justicia, y un creciente distanciamiento de los operadores jurídicos de la realidad social, ¿no crees que la colegiación generaría otro “cuello de botella” en las dinámicas de la profesión? En general, ¿cuál es tu opinión sobre la colegiación de los abogados?

SLA: Comparto, o más bien creo, que no hay que sobrevalorarla. La colegiación es una herramienta que puede ser útil si está acompañada de otra serie de condiciones. En este momento yo no he sido partidario de la colegiación y menos de la colegiación obligatoria. Creo que hay que trabajar otras vías que tienen que ver en primer lugar con mecanismos de certificación de los abogados que salen de las muchísimas escuelas de derecho y que difícilmente cumplirían con requisitos mínimos de conocimientos. Creo que hay que fomentar la colegiación pero hay que restructurarla de manera tal que no sea un mecanismo que genera una barrera de acceso, sino que sea un mecanismo de certificación de la calidad profesional y fomento a la educación continua de las personas que están colegiadas. Si hacemos esto probablemente en una década o más podríamos pensar si la colegiación obligatoria es una alternativa razonable. Lo que estoy convencido es que tenemos una profesión jurídica de muy baja calidad en promedio y que la mejora de los mecanismos de operación jurídica, de las instituciones jurídicas, pasan por la calidad de los recursos humanos y de la calidad de la formación de los abogados y que una parte de la explicación de por qué no tenemos un estado de derecho sólido tiene que ver con la baja calidad de la profesión jurídica

5. ¿Estás a favor o en contra del uso de la toga en la profesión?

SLA: En general en contra. No me aparece que corresponda a un patrón cultural que haga sentido en el medio jurídico mexicano. Soy un poco más favorable al uso de la toga en la judicatura, no en la profesión.

6. Considerando que el potencial de la licenciatura en Derecho se encuentra relacionado con el hecho de que la economía y la política se rigen en términos jurídicos, ¿qué opinas de que, por lo general, lo cuadros políticos de las clases dirigentes tradicionalmente se encuentran conformados por abogados? Es decir, ¿necesitamos más abogados en la administración pública, o por el contrario sería bueno que otros profesionistas conformen la misma?

SLA: Necesitamos mejores abogados en la administración pública, abogados que conozcan de administración pública, que conozcan de economía, que conozcan de ciencias políticas, que conozcan de regulación, que sepan negociar e innovar… Abogados con otro tipo de habilidades que hoy no tienen los abogados promedio en la administración.

7. En esta serie de emblemáticos trabajos que en 2005 realizaste con Héctor Fix-Fierro respecto a los abogados en México, una de sus conclusiones señalaba que la profesión jurídica mexicana, “si es que existe, no desempeña ningún papel significativo en el proceso de legitimación institucional ni en el gobierno general de la sociedad”.

Quince años después, te pregunto, ¿podrías seguir sosteniendo dicha afirmación o, por el contrario, crees que ya se puede hablar del surgimiento de un sentido efectivo de solidaridad “orgánica” en el gremio?

En cualquier caso, ¿cuál crees que debería su papel de los abogados bajo el actual contexto político que estamos viviendo?

SLA: Hay algunos elementos que me hacen pensar que sí hemos avanzado en esa dirección: todavía de manera incipiente, el rol distinto de los abogados, de las barras de abogados, el papel de los jueces constitucionales, el papel de algunas clínicas del derecho. Creo que encontramos indicios donde la profesión jurídica empieza a jugar ese papel que debió haber jugado hace mucho tiempo y que es el utilizar las herramientas jurídicas para la protección de los derechos y para la consolidación del Estado democrático. Entonces, sin ser extraordinariamente optimista, veo algunos signos alentadores.

8. No tengo la menor duda de que el CIDE ha sido una de las instituciones en México pioneras en la innovación educativa. Por lo menos, en el ámbito jurídico sus métodos de casos y, en general, el sello del trabajo interdisciplinar que los caracteriza ha podido ir permeando no solo distintas generaciones de profesionistas, sino también otros espacios educativos.

Sin embargo, estamos en un país en el que “uno de cada tres universitarios cursa estudios de derecho o contaduría, y en muchos casos el graduado llega al mercado laboral con paupérrimos niveles de habilidades y conocimientos”.  

En ese sentido, te pregunto, ¿qué se te ocurre para diversificar la elección de una carrera en México? O más bien, ¿es deseable que se diversifique? O, en todo caso, ¿qué alternativas imaginas para elevar la formación de los profesionistas en México?

SLA: En general creo que la educación universitaria tiene que modificar ya su modelo. Seguimos manteniendo el modelo de disciplina en estancos, donde hay poca comunicación y poca intercomunicación entre las diferentes disciplinas. Creo que necesitamos una reforma comprensiva de la educación de licenciatura que permita más movilidad, que permita más interdisciplinariedad y evidentemente pienso en el derecho. El derecho debería, como el modelo americano, ser más una etapa terminal de especialización que una disciplina que corre una sola dirección de 4, 5, 6 años. El mundo se está moviendo a velocidad vertiginosa en las nuevas habilidades que requieren los profesionales y yo creo que todo el sistema se va a tener que adaptar a estas disposiciones mucho más rápido de lo que usualmente somos capaces de reaccionar.

A continuación, te diré una serie de nombres conceptos y por asociación me gustaría que respondas lo primero que se te venga a la mente:

Sociología del Derecho Deber
Universidad Paris II Francia
Alejo Carpentier La consagración de la primavera
CIDE Energía
María del Refugio González Maestra
NAFTA La mejor Universidad
Derecho administrativo José Roldan
UNAM Mi casa
Constitución El ideal
Sistema Nacional Anticorrupción Una quimera
Piano Música
Impunidad Guerra
José Barragán Mi profesor
SCJN Mis amigos
Vino tinto Vida
Justicia Cotidiana Una promesa
Jorge Carpizo Un maestro
Derecho Paz
Justicia Lo indispensable
México Mi patria

8 preguntas sobre abogados (y algo más) a Pedro Salazar

El pasado jueves 25 de enero de 2018, en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, tuve la oportunidad de entrevistar a Pedro Salazar Ugarte (Ciudad de México, México 1971).

Screen Shot 2018-07-28 at 6.20.30 PM.pngPedro Salazar es Licenciado en Derecho por el ITAM y Doctor en Filosofía Política por la Universidad de Turín, Italia. Desde hace 15 años es investigador en el Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y tiene el nivel III en el Sistema Nacional de Investigadores. Actualmente se desempeña como director del IIJ de la UNAM, profesor de la Facultad de Derecho y Conductor del programa Observatorio en TVUNAM.

En mayor o menor medida, a todos aquellos que nos tocó aprender Derecho en México a partir del cambio de siglo, el contenido visto en las aulas a través de la carrera resultó de una extraña mezcla entre anacrónicos textos que sirvieron de guía a nuestros profesores y la interpretación y recepción de teorías que (aunque no del todo nuevas) iban amoldándose a las exigencias de los tiempos contemporáneos.

Y es que, algunos dirán que difícilmente puede salir algo bueno de leer a Carpizo y Burgoa por la mañana y a Zagrebelsky o Ferrajoli por la noche. De seguir anclados a la  quinta época pero al mismo tiempo mirar hacia tribunales internacionales. Sin embargo, la experimentación, la prueba y el error, el cuestionar las jerarquías normativas, la emoción de ejercitar nuevos medios de control constitucional, de hacer valer el peso de los contrapesos, abrió por primera vez la posibilidad para discutir de manera abierta las intrincadas relaciones entre Derecho y poder en nuestro país.

Así, como cualquier otro campo social, aunque quizá con un mayor rezago que todos los demás, la academia jurídica nacional  comenzó a experimentar un cambió generacional, que dio voz, en aquellos años, a importantes y prominentes juristas (los cuales no es casual que actualmente funjan como cabezas de importantes instituciones de incidencia jurídico-política), que supieron ver más allá del texto normativo y pudieron llamar la atención sobre lo que estaba por venir. En ese sentido, no cabe duda que el trabajo académico de Salazar Ugarte se encuentra en sintonía con esa visión que posibilita no solo un mejor entendimiento de nuestro sistema sino también una genuina preocupación por equilibrar la teoría con la realidad social.

De ahí, precisamente, que Pedro Salazar además de su producción académica nunca haya dejado de escribir, de estar al pendiente de la vida pública nacional,  en general, de socializar el Derecho a partir de programas de televisión y  artículos de opinión en múltiples espacios divulgativos. Pero no me atrevería a decir divulgar por divulgar, o por el solo hecho de llamar la atención sino por congruencia con una academia comprometida con su entorno, no se olvida su renuncia como editorialista de uno de los periódicos de mayor tiraje en el país (por la tendenciosa cobertura al sistema anticorrupción), o también sus múltiples pronunciamientos en controvertidos temas de actualidad.

Agradezco a Pedro su tiempo y amabilidad para la entrevista, pero sobre todo por esa capacidad que tiene para propulsar el trabajo de los más jóvenes, creer en ellos, y sobre todo tratar de entenderlos, haciendo su trabajo a partir de las exigencias y necesidades que conllevan las transformaciones sociales.

A continuación las 8 preguntas sobre abogados, y algo más a Pedro Salazar.


1. ¿Qué es lo primero que tienes en mente cuando escuchas la palabra abogado?
Pedro Salazar (PS): Este… Normas jurídicas y una cuestión ambivalente entre conservación del statu quo o, cada vez más potencial transformador.

2. Menciona el primer abogado o abogada (no importando sean profesionales, profesores, políticos o bien personajes de literatura, series de televisión o cine) que se te venga en mente.
PS: No sé por qué se me vino a la mente Arturo Zaldívar.

3. ¿Alguna vez pensaste ejercer como abogado?
PS: No.

¿Por qué?
PS: Porque siempre tuve una vocación mucho más orientada hacia la aproximación teórica o política del Derecho. De hecho, mi experiencia lo que ha sido como jurista digamos en algún tiempo trabaje en administración pública, y el resto del tiempo, me he dedicado mucho más a el estudio del Derecho, pero desde la perspectiva de la academia.

4. ¿Ves alguna relación entre los abogados y nuestros actuales modelos de democracia constitucional?

PS: Yo creo que sí, llevo tiempo sosteniendo que hay una disputa por los derechos, una disputa por la concepción del Derecho en la cual lo que está en juego son distintas concepciones del ordenamiento jurídico, del Estado y de la relación entre poderes y derechos. Y sí, creo que hay una tradición de abogados, una tradición de juristas que es mucho más nacionalista, mucha más parroquial, mucha más conservadora, y mucho más formalista que otra, que es una tradición que se ha ido abriendo brecha que probablemente es menos cuantiosa desde el punto de las personas involucradas en la misma, pero que tiene una concepción mucho más universalista, mucho más comparativista, mucho más orientada hacia la interpretación abierta del Derecho. Y creo que sí, estas dos tradiciones contribuyen a consolidar distintas concepciones de Estado y distintas concepciones, vuelvo a decirlo, de relación entre el poder y los derechos.

5. De un tiempo para acá, mientras que los Poderes Judiciales, los jueces y las juezas en específico, se han fortalecido tanto en sus recursos humanos como materiales, existiendo cada vez mayores condiciones para ejercer sus labores bajo estándares de calidad, o por lo menos procurar escenarios en los que el ejercicio del Derecho resulte más eficiente, para el gremio de los abogados difícilmente se puede afirmar lo mismo… Proliferación de escuelas de Derecho de mala calidad, acceso a la justicia diferenciado por cuestiones de clase, el fenómeno de los “coyotes”, la insuficiencia de los defensores de oficio, incluso la mala fama de la profesión, ¿a qué crees que se deba esto?

PS: Son varios temas. Por ejemplo, tenemos que hablar de una discusión muy importante que es el tema de la colegiación. Yo soy de los que estoy a favor de la colegiación obligatoria, y de la certificación para el desempeño de la profesión jurídica. Entre otras razones porque, eso nos permitiría tener estándares de calidad de desempeño, no solamente desde el punto de vista técnico sino también desde el punto de vista ético, que me parece fundamental para el ejercicio de la profesión jurídica.

Entonces lo que hace falta es, en esa dirección o en otra —porque sé que hay una discusión alrededor del tema—, es una ley de la abogacía en México que ordene, una ley que establezca estándares mínimos para la formación y para el desempeño profesional, una ley que te permita decantar la calidad de las escuelas de Derecho. Es decir, mientras no tengas eso lo que tienes es un escenario en el cual hay de todo, digamos.

Y si, tienes razón yo creo el gremio de los abogados le está quedando a deber a los retos de su profesión. Y, por el otro lado tienes razón en el caso poderes judiciales, han hecho sus inversiones importantes de recursos, han más o menos sistematizado sus procesos de ingreso, selección y ascenso. En fin, hay más profesionalización de la del gremio de los abogados entendidos como los practicantes del Derecho.

6. ¿Estás a favor o en contra del uso de la toga en la profesión?

PS: Yo estoy en contra incluso del uso de la corbata… Aunque sé que hay que usarla, pues no me queda duda de la importancia de las formas. Pero yo estaría en contra del uso de la toga porque, más allá de lo simbólico, no creo que contribuye en nada a mejorar el desempeño sustantivo de la abogacía.

7. Considerando que el potencial de la licenciatura en Derecho se encuentra relacionado con el hecho de que la economía y la política se rigen en términos jurídicos, qué opinas de que, por lo general, lo cuadros políticos de las clases dirigentes tradicionalmente se encuentran conformados por abogados.

 Es decir, ¿necesitamos más abogados en la administración pública, o por el contrario sería bueno que otros profesionistas conformen la misma?

PS: A ver, yo creo que es un elemento muy estudiado y muy, digamos, reflexionado en la teoría del Estado y en la conformación del Estado —por lo menos de Weber hacia delante—, de la relevancia de los juristas en la operación del aparato estatal. La relevancia de los juristas pues por su conocimiento técnico sobre el instrumental básico con el que se gestiona la cosa pública que es, precisamente, el instrumental normativo. En ese sentido, creo que los abogados son fundamentales para el servicio público, pero yo creo lo que debemos de hacer es imaginar otro perfil de abogados es decir, yo creo que la abogacía debe de seguir siendo lo que es, la disciplina, la ciencia jurídica, pero también las abogadas y abogados deben de tener mucha más conciencia de la interacción del Derecho con las otras esferas de la vida social. Es decir, de la interacción necesaria entre Derecho y política, Derecho y economía, Derecho y sociología, y, en ese sentido la profesión jurídica debería de ser menos autorreferente como es hasta ahora. Debería de ser más receptiva de otros saberes para que las personas que estudian Derecho y que luego van a practicar Derecho tengan una cultura más amplia que la exclusivamente legal.

8. Hace algunos meses en un Congreso en Guadalajara, mientras hablabas sobre enseñanza del derecho constitucional y la incorporación de los nuevos abogados al ámbito profesional, afirmaste que quizá lo que cualquier oficina debería hacer para contratar a nuevo personal es poner una placa que diga “Se buscan personas sin experiencia”, esto en relación con lo difícil que, muchas veces, resulta dentro del campo jurídico romper con atavismos y formalismos que no solo impiden que los futuros abogados sean creativos o intenten nuevas formar de ejercer y socializar sus labores, sino que también la propia dinámica de la profesión va moldeando sus hábitos conforme a sus superiores y dentro de los estrechos márgenes que exige el propio Derecho, generando cada vez más desigualdades entre operadores jurídicos y usuarios del sistema.

Como director de uno de los institutos de investigación con mayor incidencia dentro de nuestro entorno jurídico-político, ¿qué ideas se te ocurren para que las futuras generaciones de abogados puedan fungir como detonantes de cambios sociales?
PS: Bueno, yo creo que lo que ustedes llevan tiempo estudiando es fundamental. Es decir, deberíamos de transformar la manera en que formamos a los abogados, y no solamente estoy pensando en los contenidos de planes de estudio, temarios y demás, sino también en las dinámicas de razonamiento jurídico y en las maneras de aproximarse al Derecho. Yo creo que ahí hay un desafío muy grande y que la verdad el gremio es tan resistente que esas transformaciones se han dado con gotero.

Deberíamos entre otras cosas enseñar, por ejemplo, mucho más a razonar y argumentar jurídicamente que a aprender, patrones, procedimientos y normas de manera formal. Yo creo que es uno de los grandes retos.

Lo otro es que también deberíamos de tener una discusión en serio sobre para que queremos el Derecho, es decir para que sirve el instrumental jurídico en la sociedad , cual es la finalidad, porque, es muy distinto imaginar el Derecho desde la perspectiva de la organización del poder, de la administración del Estado y de la ejecución de las decisiones de los órganos políticos que, mirar al Derecho como un entramado normativo para fortalecer a las personas, para aumentar sus capacidades, y para contribuir a la participación en la adopción de las decisiones colectivas. Hay una diferencia que vale la pena tomar en cuenta, que es tanto como preguntarnos si queremos un derecho orientado hacia los poderes en plural, o un derecho orientado hacia los derechos y hacia las personas en lo particular.

Lo otro yo creo que tenemos que enseñar una aproximación mucho más práctica hacia el Derecho, eso también es algo fundamental. A mí me parece que la manera en que se debería enseñarse el Derecho, ustedes lo saben muy bien, no solo puede tener una función teórica fuerte sino también tendría estar muy vinculado al ejercicio práctico de la profesión jurídica, para entenderlo, aunque no lo vayas a ejercer. No hay manera de analizar bien sentencias constitucionales, por ejemplo, si no tienes una proximidad con la manera en la que se articula un litigio estratégico y yo creo que por ahí habría otra cuestión.

Otro elemento fundamental que deberíamos de tomarnos muy en serio es la dimensión axiológica de nuestra profesión, es decir el sustrato ético que debe de estar detrás del Derecho que no quiere decir confundir el Derecho con la moral ni vertientes iusnaturalistas. Simplemente quiere decir que el Derecho no puede verse como un ente aislado de una pretensión de corrección moral.

A continuación, te diré una serie de nombres conceptos y por asociación me gustaría que respondas lo primero que se te venga a la mente:

Norberto Bobbio Filósofo político
Italia Tercera casa
Liberalismo Igualitario Concepción de vida
UNAM Mi casa
Laicidad Principio fundamental para la convivencia
ITAM Centro de formación profesional
“Escuela de Turín” Una idea en formación
Mariano Otero Predecesor de Kelsen
Conferencia Mariano Otero CoMO Recuerdo de juventud
IIJ Mi casa
Rodolfo Vázquez Ejemplo
TEPJF Institución inestable
Democracia constitucional Modelo de organización política ideal
SCJN Tribunal Constitucional
Café (espresso) Todos los días
José Woldemberg Amigo y modelo
Justicia Pretensión constante
Michelangelo Bovero Tutor y formador
Derecho Instrumento de trabajo
Poder Derecho
México

Futuro

¿Por qué los abogados necesitan una amplia educación social? de Martha Nussbaum

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Hoy cumple 71 años Martha Nussbaum, quien (aunque nunca ha pisado un juzgado) se autoproclama como “la abogada del mundo”, quien a pesar de contar con un JD en Derecho se decantó por ser filósofa. Aunque sus contribuciones al campo jurídico han sido más por la línea de la filosofía moral, no cabe duda que sus ideas han trastocado el campo de la educación jurídica, de forma específica respecto a la formación de muchos futuros abogados, pues su obra ha dejado claro que ya no basta con transmitir información sino que resulta necesario relacionarla con emociones y sentimientos, aspirando a desarrollar más allá del razonamiento moral la imaginación empática. Sin lugar a dudas, un objetivo difícil pero lo suficientemente realista para ejecutarlo a través de la interdisciplinariedad. Vale la pena echarle un ojo a este texto de Nussbaum, de hace un año más o menos, donde aborda dicho tema a partir de la figura de Ernst Freund, uno de los primeros juristas que clamaron por una educación jurídica no solo limitada a la ciencia del Derecho sino abierta a otras disciplinas, muy en línea con lo que años después desarrolla la filósofa. Ojo es en el contexto australiano y teniendo siempre en cuenta la educación jurídica estadounidense, fuera de eso, el texto es valioso por la forma en cómo, al final, uno se da cuenta de que los problemas antiguos siguen siendo bastante actuales.

A continuación el enlace en inglés: Nussbaum – Why Lawyers Need a Broad Social Education

Evento: La construcción de una nueva cultura jurídica, en la Universidad del Claustro de Sor Juana

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Mañana jueves 29 y el viernes 28 de septiembre se llevará a cabo un evento que tiene bastante buena pinta en la Universidad del Claustro de Sor Juana, en pleno centro de Ciudad de México.

Según me entero, este espacio lo que busca es “generar reflexión académica sobre temas jurídicos actuales y vigentes desde diferentes perspectivas del estudio y de la práctica profesional del Derecho para dialogar e intercambiar ideas y soluciones jurídicas a los problemas contemporáneos”.

La entrada es gratuita, y la verdad es que da gusto ser parte de un foro como el que nos congrega.

El jueves 29…

Abriremos el evento, a las 930am, discutiendo sobre educación jurídica, el magistrado Salvador Mondragón Reyes, Estefanía Vela (@samnbk) del CIDE y de  , Iván García Gárate (@IvanGGarate) del Claustro y yo.

Después, sobre Derecho y Bioética, María de Jesús Medina Arellano, del IIJ-UNAM, Geraldina Gonzalez de la Vega (@geraldinasplace) de la IBERO, Patricio Santillán de Doherty, Médico, y José Antonio Navarro del Claustro.

Por la tarde, Octavio Martínez Michel (@Octilius) del Claustro, Ricardo Bernal Lugo de la ULSA, Martha Bañuelos de la UAM, y la asesora parlamentaria Erika Paz presentan el libro El Derecho contra el Capital. Reflexiones desde la izquierda contemporánea

El viernes 30…

A las 930am, Carlos Ferrán Martínez del Claustro, el abogado Arturo Alcalde, y gente del Centro de Reflexión y Acción Laboral, A.C. discutirán sobre la Reforma de la Justicia Laboral.

Para finalizar, a las 1130am, realizando comentarios a la sentencia: Feminicidio, caso Mariana Lima, estará: Karla Quintana de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Roberto Lara (@rolarch) del Centro de Estudios Constitucionales de la Suprema, Marcela Talamás Salazar del Claustro, Sergio Méndez Silva también de allí, y Catalina Ruiz-Navarro (@catalinapordios), filósofa, articulista y activista feminista, también en .

¡Los que anden por allá, ahí nos vemos!

Evento: Una crítica a la enseñanza del derecho

Digo que escribo sobre abogados pero lo cierto es que escribo sobre enseñanza del Derecho. O son dos cosas muy relacionadas, o en el trasfondo siempre aparece este último tema. O algo así. No lo sé, pero creo que lo intuyo.

Desde el viernes pasado estoy en Córdoba (“la Docta”, según me enteran sus habitantes que así le dicen a esta linda ciudad Argentina), y mañana miércoles por la tarde en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, de la Universidad Nacional de Córdoba, habrá una charla-debate sobre educación jurídica desde una perspectiva más bien crítica.

Sinceramente lo que diga está demás pues me acompañan un par de cracks: Carlos Lista y Chicho Rossetti. ¡Ahí nos vemos!


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