Ayer, finalmente, vi el episodio siete (no hay spoilers en este post). Y quedé más que satisfecho, de hecho, salí feliz, emocionado, contrariado, pensativo, reflexivo, todo. He de confesar que fui a ver la peli con una cruda, una resaca, que parecían dos, y, por ende, me encontraba mucho más propenso a la sensibilidad, o algo así, no sé, pero bueno, da igual. Lo cierto es que The Force Awakens no es película, es peliculón. O sea, puedo estar tranquilo afirmar que está bien, que no está mal, que cumple, que J.J. Abrams puso el listón bastante alto para lo que ha de seguir en la saga, a nivel macro chingón, micro quizá algunos varios detallitos que solo interesan a nosotros los fanáticos obsesivos-compulsivos, pero ya está no pasa nada. Todo bien. Estéticamente precisa, materialmente ahí vamos. Ok, ya me volví a emocionar y no era la idea. La idea es intentar revivir esta sección que está más olvidada que Jar Jar Binks.
El caso es que con todo este subidón por el universo que creó George Lucas (que no se acaba nunca), con el paso del tiempo (que siempre es relativo), con la nostalgia por el pasado (que es oximoron), con lo vivido (y con lo que no), me acordé de Mark Hamill, y de lo difícil que es ser Mark Hamill, con la responsabilidad que implica llevar a cuestas a Luke Skywalker, viviendo entre la fuerza y el lado oscuro. ¡Tremendo! Guglié a este actor para ver qué onda con su vida, y al ver una imagen de él pensé que no era él, sino Žižek, el disparatodo y sagaz filósofo de Eslovenia que oscila entre Lacan y Marx, entre el lado oscuro y el más oscuro, oh, no, no, no, más bien entre la fuerza y algo más poderoso que la misma fuerza, o bueno no sé, mala analogía. Nada. Eso. Arriba posteo la imagen que precisa esto que escribo.
Eso. O quizá vale la pena volver a citar a Fadanelli cuando dice…, “al final, todos los viejos se parecen“.
P.D. Una post data, que algo tendrá que ver con todo esto, que el inconsciente filtró, pero que no pude acomodar en los anteriores parrafitos… Pensaba cortarme la barba para año nuevo, yo qué sé, por hacer algo, por cerrar un ciclo, por cualquier cosa, luego, después de ver el episodio siete, pensé en Skywalker, en Kenobi, en que la barba no hace al filósofo (del Derecho), en el libro El Bigote de Carrère, en Žižek, en Marx, en Santa Claus, en la hija de Villoro que lloraba cuando este se afeitaba, en lo insensato que me resulta el acto de pasarse navajas por la cara, y creo que he decido rasurarme después, en alguna otra ocasión especial, el estreno del episodio ocho, por ejemplo.